De nuevo sentí sus carnosos labios en mi piel, los cuales se posaron primero en mi oreja, mordisqueando suavemente el lóbulo. Fue bajando después hacia mi pecho, donde se detuvo un tiempo, haciéndome gemir sin descanso tanto con su boca con sus manos. Pero sabía que lo peor aún estaba por llegar, mis ojos le suplicaban que se controlara pero ella hacía caso omiso concentrándose en lo que hacía. Continuó descendiendo por mi vientre moviendo su lengua de un lado a otro hasta que llegó a mi sexo. Sabía que lo iba a pasar mal ahí agarrada, como ocurría siempre, y hasta que no me soltara no podría devolvérselo con creces, le haría sentir el sufrimiento y placer que yo había sentido.
Su boca, sus manos… todo lo sentía ahí abajo, y no paraba de desear que ese momento de desesperación acabara pronto. Mi cuerpo no aguantaría su frenético ritmo aunque en ocasiones lo había hecho, pero las consecuencias habían sido espantosas, mi aspecto dejaba mucho que desear. No lo aguantaba más y los gemidos ya se habrían escuchado en todos los rincones del castillo.
-Se que no te disgusta ¿por qué debería dejar de hacerlo?
-Pero… oh dios- grité. El orgasmo controlaba mi cuerpo- Me voy a morir a este paso…
-No vas a morir, y si así fuera… que mejor manera de morir que morir de placer.
-Oh sí mira que consuelo-contesté de manera sarcástica.
-Alesana… dime que me amas y acabaré pronto con tu sufrimiento.
-¿Pero que diablos? Sabes que te amo, ¿por qué quieres que te lo diga en un momento así?
-Porque hace mucho que no te escucho decirlo
- Selenia, te amo- susurré- pero acaba ya con esto sino quieres que permanezca en coma varios días.
Cogiendo un albornoz del baño decidí salir fuera. Fui a asomarme a la barandilla vi como Selenia no paraba de dar órdenes a diestro y siniestro. De nuevo tenía esa cara de preocupación que tenía antes. Cuando se percató que la miraba subió rápidamente las escaleras y sin dejarme decir nada me encerró en la habitación con llave, pero esta vez sin ella. Grité una infinidad de veces pero nadie me abría. Sin duda Selenia estaba metida en algún asunto turbio, únicamente era cuestión de tiempo averiguar que era. Volví a tumbarme en la cama sin parar de dar vueltas, necesitaba hacer tiempo pero en una habitación era difícil. Traté dormirme de nuevo pero fue inútil, acababa de despertarme de un largo sueño. Aún así decidí no moverme de la cama hasta que alguien tuviera la decencia de abrirme.
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